30 julio 2006
TRES AÑOS DESPUÉS
Creo que nadie esperaba que volviese tan pronto. Con su mochila negra a cuestas, apareció en el bar como si nunca se hubiese ido. Saludo a todos. Los conocía bien. Se sentó en la mesa que solía ocupar cuando vivía en el pueblo. Pidió lo de siempre. Es más, usó esas palabras. El dueño del bar dudó un momento, pero recordó rápidamente a qué se refería. Sirvió la cerveza bien fría y luego volcó una medida de wishky nacional. Mandó a una de sus camareras a entregar el pedido. Ella, con recelo, cargó su bandeja y se acercó a la mesa. Lo miró con un poco de angustia, con un poco de desconfianza, con algo de temor. No pudo evitar apartar la mirada cuando él la miró a los ojos. Dejó la bebida sobre la mesa y se alejó rápidamente. Él la siguió con la mirada como lo había hecho siempre, sin perder detalle de aquellas caderas. Para él nada había cambiado. Había vuelto y nada tenía por qué ser diferente. Tres años de carcel habían pagado con creces su deuda.
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3 comentarios:
él quizás no quiera, pero, por suerte o por desgracia, las cosas sí cambian... incluso sin pedirnos permiso.
besos
esta tranquilamente podria haber sido una entrada del jota.
;)
Hay personas cuyo recuerdo detiene el tiempo, porque su huella tenebrosa lo supera...
saludos!
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