Anita entró al colegio sin saber sumar y restar. Leer, solamente su nombre. Y por supuesto, totalmente imposibilitada para los "mamá me mima".
Al entrar a segundo grado, Anita ya dominaba todo esto. Aprendió parte del himno y el nombre de uno que otro prócer...
Eso si, se olvidó por completo de su mascota imaginaria y de la receta para hacer la sopa de la invisibilidad.
02 junio 2006
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