Parado frente a la perfecta blancura de la pared, en su cabeza retumbaba la misma pregunta desde hacía una hora. Un interrogante absoluto, que se oponía firmemente a ser develado. Una pregunta fundamental, y a la vez banal como la más banal de las preguntas. Parado frente a la perfecta blancura de la pared, sin mover un solo músculo, respirando cada vez más lento para no desconcentrar a su cerebro, no tenía respuestas.
- ¿Mi sombra dónde está? -
Obnuvilado por la perfecta blancura de la pared que estaba frente a él, se creyó invisible.
18 noviembre 2005
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