22 agosto 2005

DE OREJA A OREJA

Abrió los ojos y reconoció su habitación. El olor era distinto, extrañamente agradable. Trató de moverse, la cama estaba un poco más estrecha que de costumbre. Recorrió mentalmente todo su cuerpo que comenzaba a despertar y notó dolores nuevos. También una pesadez difícil de describir en su ingle. Más que una pesadez, un relajamiento extremo de toda esa zona. Pasó la mano sobre su estómago desnudo y pudo reconocer la sensación pegajosa del sudor seco.
Trató de incorporarse, pero sus brazos no respondieron. Los músculos agotados no dieron abasto para la tarea.
Por fin giró la cabeza: allí estaban las dos. En un segundo lo recordó todo.
Respiró hondo y soltó un largo suspiro. Cerró los ojos y, como quien sabe algo que los demás ignoran, comenzó lentamente una sonrisa que no tardaría mucho en llegar de oreja a oreja.

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